Proverbios 18:24 Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano.
Yo respondo, “Todos estamos en un estado de soledad, hemos estado en restricciones y bloqueos por más de dos años. Además, tengo amigos, y muchas cosas en las que me mantengo ocupado.” Y vuelvo a escuchar “Estas en un lugar de soledad.” ¿Cómo fue que llegué a este lugar? ¿Es esto uno de los aspectos del ser humano, donde debemos de procesar al encontrarnos peleando contra nuestra propia sombra? ¿Tenemos que pasar por un terrible valle para entender las lecciones que son enseñadas en nuestra alma? Este estado de miseria es muy realista ignorar o escapar su amargura. Salmos 55:6 ¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo!
Puede ser que esto sea una batalla contra gigantes demoníacos quienes sus sombras están sobre mi existencia. Satanás es quien asesina una visión del hombre justo que termina en un lugar de soledad. Desde este lugar vacío, recibí una iluminación de pensar. El Espíritu Santo está escuchando mis gemidos. Desde lo profundo de mis gemidos está mi corazón sincero queriendo la afirmación de Dios de propósito y declaración de amor. Rom. 8:26 Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Aún en lugares obscuros, buscamos luz para encontrar nuestro camino, mientras clamamos a Dios que mande nuestro aceite de curación para ungir nuestra alma y resucitar nuestras vidas a un gozo de relación con nuestro Señor.
Mientras oro, que Dios mande su aceite de sanción por medio de un ungido amigo quien ministra la majestad del Espíritu Santo sobre mi alma. El aceite fragante que derrama sobre mi corazón, pude dejar ese lugar de soledad por el jardín de Edén de Dios. Encontré otras almas descansando ahí. Tu batalla está derrotada, gritaban, Tú has sido juzgado y encontrado para tener vida en gracia en el divino amor de Dios. Gracias Señor por tus bondades de corazón y por librarme del lugar de soledad y de un sin fin baldío. Recordaré siempre ponerme la completa armadura de Dios, para que pueda apagar las lanzas ardientes de la oscuridad. Señor, tú eres bueno y digno de alabanza. Gracias Señor, ya estoy en mi morada. Amén.
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