Proverbios 16:20 El que atiende a la palabra prospera. ¡Dichoso el que confía en el Señor!
A finales de 1950 cuando yo era niño jugando en las calles de mi vecindario, todos mis amigos, y digo, todos mis amigos podían escuchar el silbido penetrante de mi madre para sus hijos diciéndonos que ya era hora de entrar a la casa. Todos dejábamos de jugar y me decían, “Ya te están llamando.” Yo lo aceptaba porque ellos también regresaban a su propia casa.
Hermanos, con ésto no tuve un trauma permanente en mi en mi psique. Yo se que hoy día hay mucha sensibilidad en toda excusa imaginaria y una razón para tener terapia. El haber sido llamado por un silbido puede ser perjudicial y causar una cicatriz permanente hoy día en el manual diagnóstico infantil, pero esto no era el caso en esos días. Siendo llamado con ese silbido de alto decibel aún el perro del vecindario regresaba a su casa y no afectó mi naturaleza encantadora ni mi genial disposición. Pueda que jadeo y aúlla cuando pasan los bomberos, pero no es razón que me diagnostiquen de falla para comprometerme a terapia.
Esos tres trinos silbidos de alta frecuencia que podía ser claramente escuchados , era una instrucción directa que no se necesitaba palabras para su significado. Era un sonido distintivo directo de mi madre diciendo, “ya es hora de regresar a casa y de hacerlo en este momento!” Mientras somos hijos de Dios, también tenemos que mantener nuestros oídos y corazón alerto escuchando, qué es lo que Espíritu del Señor nos está diciendo y responder cuando Él nos llama. Ya sea que Dios tenga un tipo de silbido o un suave empujoncito que despierta nuestro corazón cuando nos llama, saber que las instrucciones son seguras y claras para seguir. Juan 10:27 Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen.
El escuchar la voz del Señor es una tremenda bendición. ¿Porqué Dios pondría difícil escucharlo cuando nos instruye que obedezcamos su voz.? Deut. 28:2 Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre. El responder la llamada de Dios no es confuso como muchos hacen hacerlo. La dirección de Dios es clara, pero también, la decepción del enemigo también es directa que viene siempre con condenación y confusión. La voz y guía de Dios trae paz. Prov. 16:20 El que atiende a la palabra prospera. ¡Dichoso el que confía en el Señor!
Durante unos de los momentos más vulnerables en la vida de Eliseo, él necesitaba escuchar la voz del Señor para saber qué hacer. Como muchas personas quienes buscan señales monstruosas y maravillas para ser guiados, Eliseo buscaba la voz de Dios en el aire de los ciclones, huracanes que derramaban rocas de las montañas y en los terremotos, pero la voz no estaba ahí. Después de los temblores, Eliseo lo buscó en un fuego ardiente pero la voz del Señor tampoco estaba ahí. Fue después de que esos ruidos se habían calmado que finalmente escuchó a Dios. 1Reyes 19:12b Y después del fuego vino un suave murmullo. Eliseo supo verdaderamente que había escuchado de Dios y fue capaz de proceder con el mandato de su llamada.
La palabra de Dios dice que Dios nos habla por medio de su hijo Jesús. Heb. 1:2a A este lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo. Mucha confusión viene a la gente cuando dejan de leer la palabra de Dios y dejan de buscarlo en oración. A la gente se le olvida que la palabra claramente dice, “Jesús es el camino la verdad y la vida, y es por medio de Jesús que podemos tener una relación con nuestro Padre Celestial.” El mantener nuestros oídos y corazón entonados a la voz suave o el silbido que Dios use para llamar tu atención es una habilidad adquirida que tenemos que guardar y seguir aprendiendo durante nuestro camino con el Señor mientras estemos en esta tierra.
Así como yo tuve que aprender a escuchar el silbido de mi madre para regresar a casa, así también tengo que aprender a escuchar la voz del Señor quien se asegura que regresaré a mi hogar celestial. Padre Celestial, tu voz es una maravilla de observar. Gracias Señor, que tú hablas a tus hijos claramente y precisamente con amor. Judas 1:24 ¡Al único Dios, nuestro Salvador, que puede guardarlos para que no caigan, y establecerlos sin tacha y con gran alegría ante su gloriosa presencia. ¡Amén y amén!
Find Other Devotions About:
0 Comments