Proverbios 18:21 En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto.
La sentencia de muerte en que muchos de nosotros participamos no es la sentencia de muerte que ocurre en la persona que está encarcelada por un crimen contra la humanidad. Me refiero a la sentencia que sale de la boca, cuando se habla sin pensar las palabras que decimos o usamos. Unas personas tienen una manera de decir cosas que aportan sanidad al alma o mente a otra persona. Lucas. 24:32 Se decían el uno al otro: —¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras? Jesús tenía esa capacidad de tener palabras que daban vida a un corazón destrozado o a una vida que necesitaba restauración.
Muchas personas viven desde una posición de frecuencia baja cuando piensan. Solo abren la boca y muerte sale en plena medida. Malaquías 3:13a »
¿Qué es lo que has estado diciendo que mantiene la muerte viva en tu cuerpo cada día? ¿Has hecho un declaro a la diabetes y al cáncer? ¿Ya estás repitiendo palabra por palabra lo que los doctores dicen de la enfermedad o estás diciendo lo que Dios dice de ti y tu posición en Cristo? ¿Estamos declarando las promesas de Dios de sanción, bendiciones y victoria sobre nuestra vida? Salmos 103:2 Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. 3 Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; 4 él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión.
Podemos pronunciar sentencia de muerte sobre nuestra vida o podemos pronunciar la victoria que dice Dios que tenemos. ¿Qué va a ser, pensamientos de baja frecuencia o alta mentalidad justa que se nos fue dada por medio del Espíritu Santo? Los que decimos tiene importancia. Nuestras palabras y frases pueden encender nuestra vida en fuego o nos pueden preparar para las bendiciones del Señor. Marcos 11:24 Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán.
Cuando los doce espías regresaron con noticias de la tierra de Canaan. Según Dios, diez de los espías traian un informe no cierto, porque ya habian puesto sentencia de muerte sobre ellos. Núm. 13:33 ¡Hasta vimos anaquitas! Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros. Los Díez espías se veían pequeños e insignificantes. Ellos asumieron que los Cananeos los vieron de la misma manera.
Tenemos que escoger nuestras palabras y frases sabiamente. Si somos gente de Dios, entonces tenemos que hablar y decir lo que Dios dice quienes somos. A cuerdo a Dios por medio de Cristo, somos reyes y sacerdotes quienes reinamos y ministramos en Su Reino. Apocalipsis 1:6a Al que ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre. Se nos ha dado la justicia de Dios y se nos han perdonado nuestros pecados. Esto no es una sentencia de muerte. Esto es una vida eterna bendita que nos pertenece en el nombre de Jesús amen. Que la palabra de paz, gozo y amor corra por nuestra boca y nos brinda salud en este mundo obscuro. Amen.
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