Proverbios 26:27 Cava una fosa, y en ella caerás; echa a rodar piedras, y te aplastarán.
Hebreos 12:1 Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. El pecado que nos enreda tan fácilmente. Esto es una declaración de precaución que debemos tomar en cuenta. Todos tenemos ese pecado o transgresión que fácilmente son nuestra piedra de tropiezo. Conozco a alguien que pelea celosamente al punto de llorar. Conozco a una persona que no puede dejar de visitar los centros para apostar ya con adición, arrepintiéndose constantemente por perder tanto dinero con el cual él sabe que Dios lo ha bendecido. Unos cuantos hermanos que toman con dificultad controlar el alcohol. ¡Todas estas actividades no son problemas hasta que llegan a ser! Yo también tengo mi nemesis. Todos parecemos tener algo que simplemente nos derrota y nos recuerda de nuestra necesidad constante de nuestro salvador.
Alguien pueda decir, “Las tentaciones mencionadas anteriormente, no son problema para mi en lo absoluto.” Puedo estar de acuerdo con eso, pero al mismo tiempo, tenemos que darnos cuenta de que lo que se convierte en una guerra demoníaca prolongada para una persona no es una gran cosa para otra resistir la tentación. Mientras, en los pecados en que tú caes, otros ruedan los ojos pensando cómo no puedes controlarlo. Siempre hay algo que estamos tratando de controlar y sobresalir, pero no logramos hacerlo solos. Necesitamos a Jesús todo el tiempo en todas situaciones de pecado, su ayuda para mantenernos en la luz de su gracia. Efe. 2:8 Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, 9 no por obras, para que nadie se jacte. Aún ganando nuestras batallas de pecado, es la gracia de Dios obrando entre nosotros. Desafiando el pecado no es logrado sólo por nuestra fuerza de voluntad. Pecado, iniquidad y transgresiones se pueden sobresalir por medio de la sangre y el sacrificio de Jesús obrando entre nuestra fuerza de voluntad para que podamos caminar en la justicia de Cristo. Todo es la gracia redentora de Dios terminada la obra en la cruz que nos da el poder de sobresalir cualquier pecado. Aún el Señor se viste con su armadura de justicia para que podamos pelear las batallas que el enemigo nos tira. Efe. 6:10 Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. 11 Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo.
La piedra de tropiezo de Caín eran los celos de su hermano Abel, porque no escuchaba o ponía atención lo que Dios le estaba diciendo. Dios le advertía que el pecado estaba tocándole la puerta de su corazón y el pecado de celos con ira lo esperaba para destruirlo. Caín rechazaba la amorosa advertencia de Dios y el resultado fue que los celos ganaron la batalla. Gén. 4:10 —¡Qué has hecho! —exclamó el Señor—. Desde la tierra, la sangre de tu hermano reclama justicia. Las advertencia de Dios están para que nosotros las escuchemos y obremos con su guía para que podamos derrotar ese pecado que fácilmente nos enreda. No es una batalla de una sola vez y el pecado se destruye para siempre. No, es una batalla espiritual en que nos comprometemos cada vez que la tentación aparece para tentar a nuestra alma una y otra vez. Pero la buena noticia es que por medio de Cristo podemos ganar las batallas. Fili. 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Las inseguridades e inferioridades del Rey Saúl causó que llegara a ser celoso de David por unas líricas de canciones exaltando la batalla que David ganó contra los Filisteos. 1Sam. 18:8 Disgustado por lo que decían, Saúl se enfureció y protestó: «A David le dan crédito por diez miles, pero a mí por miles. ¡Lo único que falta es que le den el reino!» Saúl se estaba inventando un reino tomado por David que no existía. Estaba solo en la mente de Saúl causando imaginaciones de crear problemas donde no había una. Sus inseguridades eran una entrada para el enemigo para crear celos y manifestar ira. El pecado de celos ahora crea el pecado de odio y asesinato en el corazón de Saúl. Pecado engendra pecado, si no tratamos el pecado que fácilmente nos enreda, nos guía a una horrible transgresión.
Otra piedra de tropiezo que el enemigo de nuestra alma usa es que, cuando pecamos Satanás trata que nos odiemos nosotros mismos. Esta es una táctica exitosa. Si Satanás logra mantenernos en un estado de odio a uno mismo es un camino largo para regresar a redención porque no podemos sacudirnos de esa imagen que hemos creado para nosotros mismos. Mientras tanto, Dios está enamorado de nosotros, queriendo que vengamos a Él con un corazón arrepentido para que podamos vencer la obra del demonio. Mientras enredados en pecado, tendemos a olvidar de que Jesús ya ha vencido a Satanás, a la muerte y al infierno con Su perfecto sacrificio de Él mismo en la cruz. Apoc. 1:18 Y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno. Esta batalla ya ha sido ganada por Dios. Tenemos que usar nuestra fe y actuar entre el plan mayor de Dios para sobresalir cualquier pecado que ha llegado a ser un campo de batalla para nuestra alma.
Si alguien ha caído en pecado, entonces levántense y arrepiéntanse. Dios ha ganado nuestra alma eterna y nuestro nombre está escrito con la mano cicatrizada de Jesús en el libro de la vida eterna. No dejes que los fracasos que hemos pasado no dejen que las múltiples bendiciones en que vivimos y que nos espera por medio de Cristo nuestro Señor. Somos más que vencedores en Él. Claro, hay piedras de tropiezo en la vida, pero hay muchas más victorias que nos esperan en El Nombre de Jesús. ¡Amén!
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