Proverbios 22:1 Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y más que oro y plata, la buena reputación.
Nuestra credibilidad se hará realidad cuando dejemos de prestar la credibilidad de otros o usando cosas de altura, como (carros, portafolios y propiedades) para definir quienes somos. Quítale sus posesiones a la persona y lo que queda es lo que en realidad es. No generemos que prestar o robar un estado de otros para confirmar en esta vida cuando tenemos a Cristo proclamando Su amor para con nosotros. Nuestra posición en Él está basada en lo que Dios dice que es verdadero y que es justo lo cual está en Cristo, y no lo que equivocadamente pensamos que pueda ser. Justicia, integridad y credibilidad es lo que dice Dios que hay en Cristo.
A veces, algunos cristianos presumen tener credibilidad espiritual haciendo que Dios diga algo que Él no ha dicho o intentado en implicarlo. Ellos a veces mezclan su fe y las correlaciones espurias de sus creencias sincréticas en una forma de dogma personal, creando una ilusión de credibilidad. Este punto de vista polimórfico se están manifestando en círculos de iglesias por falta de disciplina, control emocional y su adoptada almaismo que los guía a escoger cosas carnales en la vida personal de de la persona, en lugar de cambiar de gloria a gloria por medio de la convicción de la palabra de Dios que a nosotros los creyentes nos guía a vivir en justicia.
El resultado con este flojo método de vivir es que cualquier sensación que eriza la piel que tengan estas personas llega a ser su sistema de guía divina en su alta mentalidad espiritual, de hecho, su alma está ahora en una posición de autoengaño en cualquier pequeño golpecito o ruido en la noche. La credibilidad que creyeron que habían prestado de la palabra de Dios para satisfacer su valor personal y doctrina fabricada, termina juzgando su propia inmadurez de fe que tienen. Al reclamar de ser de mente más abierta a las cosas de Dios, terminan cerrando las convicciones del Señor de su justicia verdadera y de el valor eterno de nuestra vida con Cristo. 1Tim. 6:20 Timoteo, ¡cuida bien lo que se te ha confiado! Evita las discusiones profanas e inútiles, y los argumentos de la falsa ciencia.
A veces, algunos cristianos presumen tener credibilidad espiritual haciendo que Dios diga algo que Él no ha dicho o intentado en implicarlo. Ellos a veces mezclan su fe y las correlaciones espurias de sus creencias sincréticas en una forma de dogma personal, creando una ilusión de credibilidad. Este punto de vista polimórfico se están manifestando en círculos de iglesias por falta de disciplina, control emocional y su adoptada almaismo que los guía a escoger cosas carnales en la vida personal de de la persona, en lugar de cambiar de gloria a gloria por medio de la convicción de la palabra de Dios que a nosotros los creyentes nos guía a vivir en justicia.
El resultado con este flojo método de vivir es que cualquier sensación que eriza la piel que tengan estas personas llega a ser su sistema de guía divina en su alta mentalidad espiritual, de hecho, su alma está ahora en una posición de autoengaño en cualquier pequeño golpecito o ruido en la noche. La credibilidad que creyeron que habían prestado de la palabra de Dios para satisfacer su valor personal y doctrina fabricada, termina juzgando su propia inmadurez de fe que tienen. Al reclamar de ser de mente más abierta a las cosas de Dios, terminan cerrando las convicciones del Señor de su justicia verdadera y de el valor eterno de nuestra vida con Cristo. 1Tim. 6:20 Timoteo, ¡cuida bien lo que se te ha confiado! Evita las discusiones profanas e inútiles, y los argumentos de la falsa ciencia.
Vemos lo que pasa cuando la credibilidad e integridad son prestadas en lugar de ser vividas y crecer en ellas. Los dos hijos de Samuel habían hecho corrupto el sacerdocio que había llegado a ellos por medio de nepotismo. Samuel era un hombre de Dios quien vivía en fe y todas las profesas llegaban a ser un hecho. 1Sam. 3:19 Mientras Samuel crecía, el Señor estuvo con él y cumplió todo lo que le había dicho. Samuel era un juez amado de Israel. Sus hijos tomaron las responsabilidades del bienestar espiritual de la nación. El problema estaba en que los hijos de Samuel, Joel y Abia eran corruptos, y la única razón por la cual ellos tenían el control de juzgar a Israel y a los sacerdotes, fue solo por omisión. La poca credibilidad que estos jóvenes tenían, era por la credibilidad e integridad en que Samuel había caminado toda su vida.
Joel y Abia no tenían un corazón con integridad para con Dios para administrar las cosas como Dios quería que el sacerdocio obrara. Pretender tener una forma de devoción solo porque la oficina de sacerdocio lo contenía y la vestidura que usaban, no escondía la realidad que lo único que ellos querían era el dinero y el poder que era parte de esta posición. 1Sam. 8:3 Pero ninguno de los dos siguió el ejemplo de su padre, sino que ambos se dejaron guiar por la avaricia, aceptando sobornos y pervirtiendo la justicia. Lo triste es que, estas cosas (lo hago a mi manera) de los hijos habían hecho corrupción al sacerdocio al punto que, la gente de Israel se sentía mejor con este sistema de gobierno mundano en lugar del que Dios había establecido para ellos y quedarse como gente libre. 1Sam. 8:5 Le dijeron: «Tú has envejecido ya, y tus hijos no siguen tu ejemplo. Mejor danos un rey que nos gobierne, como lo tienen todas las naciones».
Joel y Abia no tenían un corazón con integridad para con Dios para administrar las cosas como Dios quería que el sacerdocio obrara. Pretender tener una forma de devoción solo porque la oficina de sacerdocio lo contenía y la vestidura que usaban, no escondía la realidad que lo único que ellos querían era el dinero y el poder que era parte de esta posición. 1Sam. 8:3 Pero ninguno de los dos siguió el ejemplo de su padre, sino que ambos se dejaron guiar por la avaricia, aceptando sobornos y pervirtiendo la justicia. Lo triste es que, estas cosas (lo hago a mi manera) de los hijos habían hecho corrupción al sacerdocio al punto que, la gente de Israel se sentía mejor con este sistema de gobierno mundano en lugar del que Dios había establecido para ellos y quedarse como gente libre. 1Sam. 8:5 Le dijeron: «Tú has envejecido ya, y tus hijos no siguen tu ejemplo. Mejor danos un rey que nos gobierne, como lo tienen todas las naciones».
Sin la justicia de nuestro Señor obrando en nuestra alma, nuestra credibilidad e integridad son tan fuertes como lo somos carnales. En cualquier área, que estemos caminando en la salvación del Señor tenemos la guía del Espíritu Santo que nos fortalece a escoger la justicia de Dios en lugar de nuestra propia justicia. En fe, tenemos la fuerza en escoger cosas difíciles que a veces, lo hacemos por la integridad de Dios que está obrando entre nosotros, a veces es difícil no escoger lo que nuestro deseo carnal quiere que hagamos. Para darle un paro a esa credibilidad equivocada, tenemos que mantener escogiendo la justicia de Cristo y no la nuestra. Prov. 22:1a Vale más la buena fama que las muchas riquezas. Tenemos que depender más que nuestro buen nombre y alto nivel con nuestro Padre Celestial. Tenemos que ser salvos en el nombre que está sobre todos los nombres Jesús nuestro Señor. Bendiciones y paz sea sobre todos nosotros.
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