Proverbios 16:4 Toda obra del Señor tiene un propósito; ¡hasta el malvado fue hecho para el día del desastre!
Mientras leía el libro de Eclesiastés, me di cuenta del nuevo nacimiento de Cristo así como se explicó a Nicodemo. Juan 3:3 —De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús. Salomón que su sabiduría era inparalela entre los hombres, podía ver la necesidad de algo más de lo que ya era dueño, de lo que ya había conquistado o persuadido durante el recorrido de su vida. Él concluyó que era mejor el no haber nacido que vivir una vida incumplible durante nuestro tiempo asignado en la tierra. Ecle. 4:3 Aunque en mejor situación están los que aún no han nacido, los que no han visto aún la maldad que se comete en esta vida.
Salomón, así como muchas personas hoy día, solo podía ver entre un mundo lleno de maldad, pobreza y sufrimiento que era una pérdida de vida y llevó a cabo unas preguntas como las razones integrales de Dios y su motivo de crear al hombre. ¿Qué clase de Dios crea sufrimiento?, esta es la pregunta más frecuente acerca de Dios. Salomón podía ver la necesidad de algo divinamente superior que podría sobrepasar la existencia común que miraba a la humanidad cargando. No podía entender lo que era, entonces concluyó que todo en la vida es como perseguir el viento, que no tiene sentido.
Lo que Salomón no podía comprender o explicar era la necesidad de un renacer en el espíritu del hombre, y no podía explicarlo porque la idea era como un vapor oscuro en los bordes de su visión periférica espiritual. Él sabía que había una necesidad de algo más de lo que comprendía y lo veía a diario, pero no podía entender el misterio que Dios tenía escondido de un plan de salvación. Él veía en la necesidad de algo, pero qué era, eso lo frustraba y su conclusión era que parecía que todo esto era estar persiguiendo al viento. Esto nos hace ver que el hecho de que todos lo buscamos, que cualquiera que vive sin Dios en su corazón está desperdiciando su vida constantemente, persiguiendo algo inalcanzable. Buscar por el valor de la vida eterna en una vida temporal no funciona.
Dios escondió su plan de salvación hasta el preciso momento de revelarlo. Col. 1:26 Anunciando el misterio que se ha mantenido oculto por siglos y generaciones, pero que ahora se ha manifestado a sus santos. 27 A éstos Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria. Estoy agradecido de Dios por haber escondido el misterio del nacer de nuevo por medio de Cristo para toda la humanidad. No solo era un plan escondido de salvación para toda la humanidad, sino también escondido de Satanás el gobernante de la oscuridad. 1Cor. 2:8 Ninguno de los gobernantes de este mundo la entendió, porque de haberla entendido no habrían crucificado al Señor de la gloria.
La cosa es, ¿Cómo vamos a responder al regalo de salvación de Dios? ¿Vamos a rechazarlo y usarlo como instrumento en el día de problemas o vamos a aceptar el regalo de salvación en Cristo y usarlo para justicia y propósito de Dios? Prov. 16:4 Toda obra del Señor tiene un propósito; ¡hasta el malvado fue hecho para el día del desastre! ¿Vamos a vivir nuestra vida siempre comprobando que hubiera sido mejor no haber nacido o nuestra vida cuenta como justicia?
Yo se que el mundo está hecho un relajo y lleno de maldad, pero por medio de Cristo y nuestra vida como nacidos de nuevo, podemos caminar en la maldad llevando paz y sobresalir con esa fuerza que buscamos. En la vida se necesita más que dichos positivos, declaraciones de las leyes de atracción y tarareando mantas de paz. Tenemos que nacer de nuevo en la obra terminada de Cristo para que nuestros corazones sean la morada de la Deidad. Desde esta posición, podemos lograr estar confidentes declarando que fue bueno el haber nacido en tiempos como este. Est. 4:14b ¡Quién sabe si no has llegado al trono precisamente para un momento como este!» Que todos nuestros días que están en las manos de Dios sean cumplidos y contados como justicia en Cristo. ¡Amén!
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