Proverbios 18:17 El primero en presentar su caso parece inocente, hasta que llega la otra parte y lo refuta.
Cuando estemos ante Dios, en ese glorioso día, haciendo cuentas de nuestra vida. Lo último que quieres decirle a Dios es, “En mi propia defensa, creo que ya he ganado un lugar en tu glorioso reino, porque sobre salí lo malo en mi vida con buenas obras.” Rom. 3:10 Así está escrito: «No hay un solo justo, ni siquiera uno. La única súplica que tendríamos en lo que se dice nuestra defensa sería, “Suplico la sangre de Jesús y recibo Tu justicia en el nombre de Cristo.”
Como dice el proverbio, el primero que habla en la corte parece inocente hasta que el juez del universo interroga su corazón. Prov. 18:17 El primero en presentar su caso parece inocente, hasta que llega la otra parte y lo refuta. ¿Cómo es que la gente de este mundo estan tan llenos de su propia vanidad, que realmente piensan que pueden maniobrar a Dios fuera de Su plan de salvación con sofisticaciones propias de auto justicia? Totalmente engañado con necesidad de la misericordia de Dios.
El problema llega cuando Dios es rechazado durante la vida de la persona. Ellos viven sin ninguna autoridad o guía del Reino. Resultan haciendo lo que creen que es bien ante sus ojos o acuerdo a sus propios estándares de vida. Esto no es un problema nuevo. Jueces 21:25 En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor.
El código moral de una persona depende en lo que ellos justifican para poder obtener lo que quieren. Su nivel moral es flexible, llegado a decir cosas como, “En este preciso momento, puedo mentir y hacer trampa porque estoy desesperado por este dinero. Aun así, tu no tienes el derecho de robarme por tus necesidades.” Podemos razonar cualquier pecado cuando la desesperación choca contra nuestro moral de vida que cambian constantemente.
Necesitamos verdaderos estándares creados por Dios, nosotros necesitamos desesperadamente a Jehová-Nisi en nuestra vida. Éxodo 17:15 Moisés edificó un altar y lo llamó «El Señor es mi estandarte». Necesitamos un estándar que está sobre todo de lo que el humano pueda imaginase y eso es la justicia de Dios para establecer los estándares de nuestra defensa. Necesitamos un salvador que nos salve de nosotros mismos. 2Cor. 5:21 Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en Él recibiéramos la justicia de Dios.
Lo que he aprendido sobre los años que he caminado con Dios, es que, mi propia defensa no vale mucho. Toda mi defensa y justicia se encuentra en Cristo. Yo no estoy salvo por las cosas buenas que hago y no estoy maldito por las cosas malas que hago. Yo estoy salvo por medio de la sangre de Jesús y la obra final en Su sacrificio. Él ha dado Su vida por la mía. El regalo de mi salvación me ha dejado participar en las obras buenas que El Señor me dice que son necesarias hacerlas.
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