Marcos 15:21 A uno que pasaba por allí de vuelta del campo, un tal Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, lo obligaron a llevar la cruz.
El peso de la cruz romana para crucifixión era como de trescientas libras. La viga transversal que el hombre condenado a ésta clase muerte tenía que acarrear, pesaba cien libras. Jesús estaba débil después de la paliza, latigazos y pérdida de sangre que tuvo antes de su sentencia final. No hay muchas personas que se sabe que ayudaban a Jesús. De todas manera Simón de Cirene fue un hombre para Jesús cuando lo necesitaba. Prov. 18:24b Y hay amigos más fieles que un hermano.
Simón de Cirene, ese día estaba ocupado entre sus propios asuntos, llegando del campo, cuando de repente fue forzado a cargar la cruz de otra persona. Él había empenzado su día con sus propios planes y mandados que hacer en Jerusalén. Pero Dios tenía otros planes par él. Dios había preparado este hombre para poder acarrear el peso de esta viga donde las manos de Jesús fueron clavadas. Simón puede que nunca pudo comprender en toda extensión la sentencia de Jesús y la humillación que tuvo lugar en esa cruz. De hecho, por medio de esta cita divina, Simón tomó literalmente su cruz y siguió a Jesús hasta Golgata.
Fué un desvío completo para éste hombre en su día. Simón había llegado a ser parte de la historia personal de Jesús en este día. El efecto pudo haber sido profundo en su mente y en su corazón en las siguientes semanas, fue testigo de un nuevo y mejor pacto comprado con la sangre de Jesús para toda la humanidad. La mancha de sangre en la viga que Simón ha de haber visto, le pudo quedar grabado cuando el evangelio de salvación empezó a predicarse, porque Jesús estaba sangrando profusamente de la corona de espinas y los látigos. Qué mensaje tan personal pudo haber llegado a ser para él. Simón probablemente pudo dar fe del poder de la sangre de Jesús nuestro Señor.
¿Has tenido un momento en tu vida cuando Jesús te pide que acarrees el peso de la carga de otra persona? El peso de una viga por decir así, que es inconveniente, no bienvenido e incómodo de llevar. Cuando salimos de nuestra zona de comodidad para ayudar a otro ser humano, llegamos a ser la mano extendida que Dios está usando para llevar salvación a los perdidos. Mateo 25:37 Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? 40 El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”.
Nosotros no sabemos cómo y cuándo nos va a necesitar. Puede que sea algo muy simple o puede ser un peso muy difícil de llevar. De todas maneras, vamos a ser llamados por Dios a ser una bendición en la vida de una persona. Simón fue forzado a ayudar, pero Dios le pidió ayuda. Prov. 3:28 Nunca digas a tu prójimo: «Vuelve más tarde; te ayudaré mañana», si hoy tienes con qué ayudarlo. Nosotros no sabemos el peso de esta ayuda históricamente hasta que nos metemos a ayudar.
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