Proverbios 20:9 ¿Quién puede afirmar: «Tengo puro el corazón; estoy limpio de pecado»?
En ese momento en que negando a Dios en desobediencia, cuando la convicción del amor de Dios hace que nuestro corazón se arrepienta. El arrepentirse tiene que ser en los términos de Dios, de todas manera, muchas veces la carne quiere levantarse con una promesa a Dios que desde ese momento, seremos de una alma con exactitud y nunca volveremos hacerlo, pero, como toda promesa vacía de un alcohólico que niega su estado, va a caer nuevamente. Nuestra carne siempre quiere tomar las riendas en el proceso del arrepentimiento. El Espíritu Santo nos guía a arrepentimiento, y nosotros empezamos a dirigir los perímetros y condiciones de nuestro arrepentimiento. Prov. 20:9 ¿Quién puede afirmar: «Tengo puro el corazón; estoy limpio de pecado» ¿Alguna vez saldremos del camino redentor de Dios y dejamos que Él obre en nosotros? El perdón de Dios con su gracia es dado en la vida y establece seguridad de fe entre nosotros. ¿Como podría un humano manufacturar esa asombrosa gracia?
No queremos ser la razón o darle a Satanás munición para que estemos ante Dios y que nos acuse de pecado quien intencionalmente tomamos parte. Apoc. 12:10b Porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios. Lo que verdaderamente queremos en nuestra vida es la declaración del Señor que nos diga, “Bien hecho fiel siervo!” En lugar de darle a Satanás un pecado legítimo para que lo celebre, deberíamos de buscar los ojos de Jesús para afirmar Su justicia obrando entre nosotros mientras nos da su gracia para sobresalir el pecado.
Después que Jesús resucitó de la muerte, empezó a restaurar el corazón de Pedro y afirmando el amor que Dios tenía por él. Cuando Maria Magdalena la madre de Jaime salió hacia la tumba de Jesús, se encontraría con alguien quien les dijo, Marcos 16:7 Pero vayan a decirles a los discípulos y a Pedro: “Él va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal como les dijo”. Ve y dile a mis discípulos y a Pedro que me busquen en Galilea y el saneamiento empezará. Asegúrense que Pedro llegue por esa dirección de redención que sólo Jesús puede proveer.
Debemos de aprender del asesoramiento que Cristo le da a Pedro. Jesús fue directo al asunto. Amor debe de estar desde la raíz de nuestra relación con Cristo el resucitado, y lo que está en la agenda del Señor, esa es la agenda que debemos adoptar. En el caso de Pedro, el amor estaba establecido y la agenda estaba muy clara. Juan 21:15 Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? —Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro. —Apacienta mis corderos —le dijo Jesús. Para Pedro, alimentar los corderos del Señor era el lenguaje de amor que lo ayudaría a crecer en el amor de Dios. El Pedro de antes en que en ese momento le trajo condenación se ha vuelto en un momento de amor en un momento de claridad. Jesús siempre había amado a Pedro, aun cuando Pedro se negó a haberlo conocido. Jesús estaba demostrando Su amor en darle al corazón de Pedro la gracia para cumplir lo que sería una tarea de vida en el reino de Dios.
¿Cuál es ese momento de Pedro que todavía te preocupa? ¿Cual fue ese evento de pecado en tu vida que te hizo sentir que nunca podrías regresar a creer en el amor de Dios para ti? Tenemos que recordar que Cristo resucitó de la muerte para que nosotros podamos ser libres de los pecados de los cuales el diablo nos acusa por décadas. Así como Pedro, tenemos que volver nuestros momentos malos a un momento donde nosotros aceptamos el perdón de Dios por medio de Cristo y entregarnos a nuestra llamada que tenemos para la vida. Necesitamos creer en el amor de Dios para nosotros. 1Juan 4:16a Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama.
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